Sentada en la silla, veo mis días pasar. Bueno, pasar y verse pasados. En realidad ya no distingo un sábado de un domingo; la noche del día; el calor de un abrazo del frío de un beso.
Besos... ¿Cómo eran? Mejor dicho, ¿qué eran?
Recuerdo vagamente a un chico. No, ni siquiera eso; recuerdo sólo unos ojos verdes, un suave pelo negro, unos labios carnosos... Y un insoportable dolor de cuello cada vez que le miraba a la cara.
Sí, así recuerdo esos besos de los que todos hablan desde los once años hasta el fin de sus días; no eran más que viscosos intercambios de baba, mal aliento... Y ese dolor de cuello.
Sacudo la cabeza. ¿Para qué es eso necesario? Está todo aquí, lejos de la influencia de terceras personas.
Sí guardo buenos recuerdos, en cambio, de los abrazos. Recuerdo cada abrazo que me han dado; mis padres, mi hermano, mi mejor (y única) amiga... Sí, definitivamente, eso me hace sentir bien
El reloj marca la una de la madrugada. Como cada noche, mi familia ha desistido en la ardua tarea de lograr que me acueste temprano. Bueno, mejor así, hace dos años que casi me llevaban a empellones hasta la cama.
De hecho, desde el día en que nací en aquel luminoso y frío hospital, el afán de mi familia ha sido protegerme, aunque yo nunca entendí el porqué.
Observo mis manos gruesas, mis piernas con apariencia de rostbeef, mis brazos grasientos, mis enormes pies enfundados en estas zapatillas de peluche... Y lo veo todo claro.
¡Decidido, mañana empiezo el gimnasio!
Bueno, mañana no, que he quedado con Kratos_07015 en el mundo de los orcos.
*****
-¡¡Miguel!! ¡¡Miguel, corre, ven!! -grita mi madre. Cuando mi padre llega junto a ella, encuentra el funesto espectáculo.
Con esto me refiero a mi grasiento cuerpo inerte, mi corazón sin movimiento... Y la pantalla del ordenador encendida, todavía mostrando el World of Warcraft.
Más tarde, el forense les hablaría del coágulo sanguíneo que se había formado en mis arterias, provocándome el infarto.
Me da mucha lástima no haber podido ir al gimnasio, no despedirme de mis padres y mi hermano... Pero lo que más me preocupa es que Kratos_0715 se haya molestado conmigo por abandonar la partida sin avisar.
Besos... ¿Cómo eran? Mejor dicho, ¿qué eran?
Recuerdo vagamente a un chico. No, ni siquiera eso; recuerdo sólo unos ojos verdes, un suave pelo negro, unos labios carnosos... Y un insoportable dolor de cuello cada vez que le miraba a la cara.
Sí, así recuerdo esos besos de los que todos hablan desde los once años hasta el fin de sus días; no eran más que viscosos intercambios de baba, mal aliento... Y ese dolor de cuello.
Sacudo la cabeza. ¿Para qué es eso necesario? Está todo aquí, lejos de la influencia de terceras personas.
Sí guardo buenos recuerdos, en cambio, de los abrazos. Recuerdo cada abrazo que me han dado; mis padres, mi hermano, mi mejor (y única) amiga... Sí, definitivamente, eso me hace sentir bien
El reloj marca la una de la madrugada. Como cada noche, mi familia ha desistido en la ardua tarea de lograr que me acueste temprano. Bueno, mejor así, hace dos años que casi me llevaban a empellones hasta la cama.
De hecho, desde el día en que nací en aquel luminoso y frío hospital, el afán de mi familia ha sido protegerme, aunque yo nunca entendí el porqué.
Observo mis manos gruesas, mis piernas con apariencia de rostbeef, mis brazos grasientos, mis enormes pies enfundados en estas zapatillas de peluche... Y lo veo todo claro.
¡Decidido, mañana empiezo el gimnasio!
Bueno, mañana no, que he quedado con Kratos_07015 en el mundo de los orcos.
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-¡¡Miguel!! ¡¡Miguel, corre, ven!! -grita mi madre. Cuando mi padre llega junto a ella, encuentra el funesto espectáculo.
Con esto me refiero a mi grasiento cuerpo inerte, mi corazón sin movimiento... Y la pantalla del ordenador encendida, todavía mostrando el World of Warcraft.
Más tarde, el forense les hablaría del coágulo sanguíneo que se había formado en mis arterias, provocándome el infarto.
Me da mucha lástima no haber podido ir al gimnasio, no despedirme de mis padres y mi hermano... Pero lo que más me preocupa es que Kratos_0715 se haya molestado conmigo por abandonar la partida sin avisar.
Por lo poquito que he leido desde tu reciente incorporación al club, lo que más me gusta de tus escritos es que tienes la capacidad para romper el guión de repente y conseguir sorprender con un cambio radical de línea. Ingenioso!
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